EL TAROT

EL TAROT (PARTE I)
Entre los adivinos y amigos del Tarot de todas las épocas, existe la creencia casi unánime, de que el origen del Tarot es egipcio. Solo contemplar los bellos dibujos de las laminas de un buen Tarot, Puede evocar en nuestra mente un viaje por las aguas vivas del Sagrado Nilo bajo las estrellas de una noche de verano, imaginando que los arcanos son templos erigidos a ambas orillas, en la tierra de los Dioses. De hecho la etimología de la palabra Tarot, es egipcia, compuesta por lo vocablos TAR que significa CAMINO, y RO, ROS, ROB, que significa REAL, afirmando así que se trata de un camino real que conduce al conocimiento de la verdad.
Echar las cartas es un arte, pues requiere de las cualidades que tienen los artistas, inspiración, sensibilidad, capacidad de ver más allá de la evidencia de las formas y de las figuras, en este caso la de los arcanos del Tarot.
Pero el Tarot es una ciencia, con sus leyes, formulas, principios y empirismo. Exige a quien lo practica, que conozca sus leyes, que las respete y que las aplique.
Cuando estas cualidades convergen en una persona que además tiene la admirable vocación de querer que los demás sean más felices, es cuando nos encontramos ante el tarotista perfecto.
Una tirada de Tarot consiste en ir situando las cartas de una determinada manera previamente establecida.

La forma de colocar las cartas en lo que podríamos llamar “tiradas clásicas”, responde a métodos de consulta probados durante largo tiempo y que resultan en la práctica sumamente eficaces.
Según las situaciones que se presenten en una consulta, será deseable escoger un método u otro. A lo largo de las secciones de Tarot que iremos compartiendo cada mes, comprobaremos las diferencia entre una y otras y las ventajas de aplicar en cada caso la tirada más eficaz.
Antes de una tirada de Tarot, es imprescindible mezclar bien las cartas que forman de mazo de Tarot, pueden utilizarse exclusivamente los 22 Arcanos Mayores, aunque es deseable utilizar las 78 cartas que componen la baraja completa del Tarot.
Respecto a como barajar, es deseable estar el tiempo suficiente para “sentir” la baraja, durante este tiempo la conciencia lunar “que es intemporal”, ira preparando las preguntas y las respuestas que se producirán en el transcurso de la consulta.
En el acto de barajar puede hacer girar las cartas en el sentido que quiera, para que queden unas al derecho y otras al revés.

Por ello es importante dedicarle el tiempo necesario y es deseable, mantenerse relajado y tranquilo. Después de haber mezclado bien las cartas, se hace necesario “cortar la baraja”.

Para ello con la mano izquierda se hacen tres montones.

Se corta con la mano izquierda porque es la mano que representa a la conciencia lunar.

Se corta tres veces en recuerdo de que el hombre se expresa a niveles mentales, emocionales y físico.

Una vez que se ha cortado, damos la vuelta a los montones para ver las cartas que aparecen. Estas tres cartas darán al adivino una valiosa información.

La carta del primer montón, indicara lo que el consultante piensa del adivino, la impresión que le ha causado y la fiabilidad que le da.

La carta del segundo montón indicará al adivino de lo que el consultante desea que se le hable, sus gustos, sus esperanzas y en cierto sentido la razón de acudir a la consulta.

La carta del tercer montón, informara al adivino sobre aquellas cosas de las que hay que hablar al consultante, porque son datos e informaciones muy importantes para él.

Conocidos estos datos, se recupera el mazo del Tarot uniendo los tres montones.

La baraja esta ahora preparada para realizar la tirada escogida.
Muchas personas amantes del Tarot y que afortunadamente para ellos poseen uno e incluso varios ejemplares distintos, se muestran confusos respecto a la forma correcta en que un instrumento tan importante como es un mazo de Tarot debe de ser conservado.
El Tarot debe de estar al servicio del adivino, y no el adivino al servicio del Tarot.
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el Tarot donde debe de estar verdaderamente es en la mente y en el alma del adivino.

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