LAS CARTAS DEL TAROT COMO SERES VIVOS
El Tarot y la Magia Aleister Crowley
La ciencia victoriana, alentada por su victoria sobre el Súper naturalismo, tenía toda la razón al declarar «Ilimitado» a lo Inconmensurable. Tenía derecho a hacerlo sobre bases técnicas, y era una necesidad estratégica de su ofensiva; pero se puso tropiezos a sí misma al limitar su alcance. Se expuso a los más implacables ataques de la Filosofía. Después, especialmente desde el punto de vista de la Física Matemática , sus propios propulsores revelaron su dogmatismo. Hoy día, la esencia de la Ciencia es muchísimo más misteriosa que lo que lo fueron las más nebulosas especulaciones de Leibnitz, Spinoza o Hegel; la definición moderna de Materia nos recuerda inevitablemente la definición de Espíritu daqa por místicos como Ruysbroeck, Boehme o Molinos. El concepto del Universo que tiene un matemático moderno es singularmente reminiscente de los delirios de William Blake. Pero los místicos estaban completamente equivocados cuando mantenían una postura mojigata y aseguraban que sus misterios eran demasiado sagrados para ser analizados. Debieron haber introducido la idea de Medida. Esto es exactamente lo que hicieron los magos y Qabalistas. El problema ha estado en que las unidades de medida han sido algo elásticas; incluso tienden a ser literarias. Sus definiciones eran tan complejas como las de los filósofos de hoy, pero no más volátiles. Sus métodos, si bien se esforzaron por hacerlos precisos, eran empíricos en la medida que lo permitía la falta de medidas exactas y aparatos de medición, pues aún no habían formulado ninguna verdadera teoría científica. Sin embargo, obtuvieron muchos éxitos. Todo dependía de la habilidad individual. Preferiríamos poner nuestro mal en manos del médico por naturaleza que en las de los expertos de laboratorio de Battle Creek.
Una de las grandes diferencias entre la Química antigua y la moderna es la idea de los Alquimistas de que la sustancia en su estado natural es, de un modo u otro, una cosa viva. La tendencia moderna es insistir en lo mensurable. Podemos entrar en un museo y ver filas de esferas y botellas de cristal que contienen las substancias químicas que componen el cuerpo humano; pero esta compilación dista mucho de ser un hombre. Menos aún explica la diferencia entre Lord Tomnoddy y Bill Sykes. Los químicos del siglo XIX se empeñaron en analizar el opio y aislar sus alcaloides, algo así como el niño que desarma un reloj para ver qué lo hace funcionar. Lo consiguieron, pero los resultados no fueron del todo edificantes. La morfina tiene un efecto hipnótico mucho más directo que el opio; su acción es más rápida y más violenta; pero además es una droga muy peligrosa, y sus consecuencias suelen ser desastrosas. La acción de la morfina está sensiblemente moderada por los otros veintitantos alcaloides que hay en el opio. El efecto embriagador del alcohol difiere según se absorba en un Richebourg"29 o en una ginebra sintética. Un ejemplo aún más sorprendente lo tenemos en Venezuela, donde los mensajeros de a pie mascan hojas de coca, cubren sus cien millas al día y duermen tranquilamente hasta recuperarse del cansancio. No sufren malas reacciones ni adquieren hábito. La cocaína es ya una historia diferente. Los adeptos del Tarot dirían simplemente: «Nosotros estamos vivos y la planta está viva, así que podemos hacernos amigos. Si primero matas la planta, ya te estás buscando problemas».
Escribimos aquí todo esto en defensa del sistema de los artífices y usuarios del Tarot, de sus métodos de tratar con la Naturaleza , de hacer experimentos sin preocuparse excesivamente por conseguir las cosas al momento. Ellos solían exponer una mezcla a los rayos del sol o de la luna durante semanas o meses, pensando que todo se echaría a perder si la hacían hervir violentamente. Los procesos de la Naturaleza (decían) son lentos y mesurados; ¡copiémoslos! Puede que hayan existido fundamentos sólidos para esos puntos de vista. La experiencia nos lleva a esa conclusión. Esto es una especie de Introducción a una tesis sumamente necesaria para la comprensión del Tarot. Cada carta es, en cierto sentido, un ser vivo; y sus relaciones con sus vecinas son lo que podríamos llamar diplomáticas. Al estudiante le corresponde incorporar estas piedras vivas a su Templo viviente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario